El fascismo que pagamos todos
Lucas Leon Simon. Rebelión, 09-06-2012
Veo una foto estremecedora.
Tres policías acorazados, sin rostro, el casco y las protecciones les cubren la
cabeza y la cara, detienen a una anciana de cabello cano, pobremente vestida,
con una expresión entre la rabia y el dolor físico.
Reconozco el vestido de la
anciana, he visto cientos de veces a mi madre vestida con esa bata rameada.
Reconozco esa expresión de mujer del pueblo, sufrida, doliente, los dientes
apretados y esa mueca de rabia sin contener ante la opresión, ese no resignarse
ante la injusticia. Reconozco a mi madre.
Los tres policías llevan
mascarilla, guantes, pistola, coderas, hombreras, porras… No tienen rostro.
Nunca lo han tenido. Los reconozco. Son el fascismo. El institucional, el
represivo, el policiaco.
La anciana protestaba
contra el recorte sanitario, contra el latrocinio de la banca, contra la
amnistía a los defraudadores de impuestos, la reducción de derechos laborales,
el deterioro de las pensiones. Defendía la dignidad y la vida desde su vejez y
pobreza. Reconozco a mi madre.
Los gorilas hacían una
demostración de fuerza insultante, una agresión a la razón y a la inteligencia
y defendían no sé que entelequia del estado de derecho. Los policías monstruos,
pagados por los impuestos monstruos de todos, defendían a los vende patrias
monstruos que huyen con sus dineros a las primeras de cambio, a los que
regularizan su dinero negro por unas monedas, y a garrotazos y bastonazos
monstruos nos daban su versión de la ley y el orden.
La anciana tiene un gesto
insuperable de dignidad, no vuelve la cara, no se la ve atemorizada ni abatida.
Se aprecia su fortaleza de carácter, su rabia y su indignación ante la
injusticia. Bajo un cúmulo de fuerza bruta, ante ese ejercicio mercenario de la
ley de los poderosos, resiste. Reconozco a mi madre.
Un policía hace un primer
amago de la tortura que vendrá después. Aprieta, casi retuerce, la muñeca
derecha de la anciana. Ya está apelando al dolor. Ya está rebasando el límite
de los derechos humanos. Ya estamos todos en su cárcel. Reconozco ese gesto. Es
el fascismo.
El azar del fotógrafo
oportuno nos ha puesto, crudamente, ante la realidad del momento. El estado, el
capitalismo, los vende patrias, nos detienen a todos. Nos torturan a todos. Los
reconozco. Son el fascismo.